Lo que hoy constituye el barrio de Usera formaba parte de los términos municipales de Villaverde y de Madrid; hasta 1920, el paisaje era eminentemente rural, y la colina sobre la que se asienta el barrio era visible desde Madrid, destacando sus colores verde u ocre según las estaciones. Sólo un hábitat disperso de casas de labranza y los sembrados de cebada y trigo constituían los vestigios de ocupación humana de la hoy popular barriada.
El puente de Praga era conocido como el puente de los ladrones, aludiendo a una población dedicada a la busca y actividades poco recomendables, que Zamacois describe en algunas de sus novelas; esta actividad de busca se mantuvo hasta fechas recientes en la zona comprendida entre la colonia de la Paloma y la carretera de Toledo.
La guerra civil supuso una tragedia y un paréntesis en el desarrollo del barrio. Nada más desencadenarse, hubo represalias y persecuciones, y desde noviembre de 1937, fue desalojado, por constituir una línea de frente. Todo el barrio se pobló de fortines y trincheras, y tal vez el nombre de campo de calaveras, con que se denominaba a la actual colonia de Zofío, es significativo porque una vez terminada la guerra, algunos de los actuales habitantes de Usera recuerdan descubrir en sus juegos infantiles cadáveres, casquillos de balas y bombas que ocasionaron bastantes accidentes. Muy popular fue el llamado túnel de la muerte en los alrededores de la calle principal –calle de Marcelo Usera- por donde se realizaba el paso de una zona a otra, y donde se descubrieron setenta cadáveres al término de la contienda.
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