miércoles, 10 de marzo de 2010

Algo más, por Arturo Mario Fernández Fernández (Nivel II – B)

Imagen de Wikipedia.

Desde que soy capaz de recordar, he considerado que la Tierra es, comparada con nuestro tamaño, un enorme ser vivo. Como cualquier ser, recibe energía del entorno a la vez que la proyecta. ¡Existen tantas similitudes entre ella y cualquier otro tipo de vida…! ¡Es tan evidente que somos iguales y el funcionamiento tan parecido…! Bien podría ser yo para ella como es para mí, por ejemplo, un leucocito. ¡A lo mejor un año mío es su día!… o menos.

Reflexionando, parece ser que cuando era un protoplaneta no tenía núcleo, igual que las células procariotas, que evolucionaron y lo desarrollaron posteriormente. ¡Quién sabe si en el de la Tierra se encontrará también su ADN! Si miras hacia el espacio con un telescopio, ¿qué encuentras? Circulitos, espirales, y ¿qué crees que encuentras si observas a través de un microscopio? Sólo es preciso observar, cómo hacían en la antigüedad, cuando no se disponía de medios. ¡Y después vino la ciencia apoyada por la tecnología y demostraron todo lo predicho y más!

Las agrupaciones de estrellas forman galaxias, las galaxias cúmulos —¡hay muchos en el Universo!—, y también hay ya quien habla de multiversos... ¡Qué pequeño! O digo, ¡qué grande…! ¿Quién sabe si la Tierra es para X como si fuera algo parecido a un leucocito? Para ese X que no somos capaces de detectar, porque sólo tenemos ojos, oídos, olfato, etc ¡Nada más y nada menos!, lo justo para andar por casa o por el mundo o por la vida.

En fin, ¡cada mochuelo a su olivo!

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