lunes, 7 de junio de 2010

2010, Año Internacional de la Biodiversidad, por Carlos Manuel Ruiz Jiménez


Imagen de Wikipedia.

Leemos en Wikipedia

«Biodiversidad (neologismo del inglés Biodiversity, a su vez del griego βιο-, vida, y del latín diversĭtas, -ātis, variedad), también llamada diversidad biológica, es el término1 por el que se hace referencia a la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman, resultado de miles de millones de años de Evolución según procesos naturales y también, de la influencia creciente de las actividades del ser humano. La biodiversidad comprende igualmente la variedad de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie que permiten la combinación de múltiples formas de vida, y cuyas mutuas interacciones y con el resto del entorno, fundamentan el sustento de la vida sobre el planeta.

La Cumbre de la Tierra celebrada por Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992 reconoció la necesidad mundial de conciliar la preservación futura de la biodiversidad con el progreso humano según criterios de sostenibilidad o sustentabilidad promulgados en el Convenio internacional sobre la Diversidad Biológica que fue aprobado en Nairobi el 22 de mayo de 1972, fecha posteriormente declarada por la Asamblea General de la ONU como Día Internacional de la Biodiversidad. Con esta misma intención, el año 2010 fue declarado Año Internacional de la Diversidad Biológica por la 61ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2006, coincidiendo con la fecha del Objetivo Biodiversidad 2010.»


Reflexión de Carlos Manuel

La protección de la biodiversidad de nuestro planeta sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar; pero… ¿está la humanidad en la dinámica de intentar hacer algo por solucionar este problema? Hoy en día, con el impacto medioambiental generado por la explosión demográfica y el consumo creciente de energía, parece poco menos que una utopía que se pueda pensar en abordarlo de una manera efectiva. Si a ello añadimos la crisis financiera en la que el mundo está sumido actualmente, este problema parece haberse convertido en una cuestión claramente secundaria, que sólo personas vinculadas afectiva o laboralmente a la conservación de la naturaleza —y ni siquiera de una manera muy entusiasta y convincente— defienden.

Parece evidente que las medidas de sensibilización no tienen el suficiente eco en la so-ciedad para producir un efecto que frene la terrible destrucción de que es objeto el medio natural. En los últimos tiempos se están barajando soluciones como la de asignar un valor económico a la biodiversidad, lo que podría ser una solución al problema.  

Hay que preguntarse si el patrimonio natural es fundamental para nuestra subsistencia. En mi opinión, pienso que sí; sin embargo, y aunque esto no sea así, entiendo que hemos de intentar por todos los medios conservarlo como patrimonio histórico, estético, científico y moral, que, en definitiva, pienso que es.

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