jueves, 26 de febrero de 2015

Visita al Museo de la Historia de Madrid


Me he levantado temprano como todos los días, no aguanto más en la cama.
He desayunado un café con leche, una tostada, un poco de embutido, algunos días un zumo, cuando no me da pereza exprimir las naranjas. A mi marido le gustaba mucho el desayuno. Decía que era la comida más importante del día. Ya hace unos años que me falta. No pasa un día sin que me acuerde de él. Soy viuda y vivo sola.
Son las 9. y ya llevo varias horas levantada. He puesto la lavadora, he arreglado la casa y he dejado la cama hecha antes de salir.
Me voy con Juana y Laura, dos compañeras de clase del Centro de Adultos donde estudiamos. Juntas vamos al centro todos los días. Nos queda cerca de casa.
Como siempre que salimos fuera a visitar un museo o una exposición, quedamos para reunirnos en los bancos del pasillo de la planta baja de la Escuela.
Cuando llegamos al Centro, ya hay unos cuantos compañeros sentados en los bancos de la entrada. Saludamos a los "compas" y a los profes, mientras esperamos a los más rezagados,
Cuando estamos todos nos vamos al tren de cercanías. Juntos vamos hablando de nuestras clases, de nuestros males y nuestras alegrías.
En el tren, un compañero nuevo pregunta a un profesor que a donde vamos. Si se lo tuviera que explicar yo no sabría. El profe le da unas buenas explicaciones. Como están sentados a mi lado yo me entero también.
Tren, metro, pasillos y escaleras. Las escaleras me matan Salimos del metro. Menos mal que me ayudo del brazo de una compañera. Dicen que hemos llegado. Yo todavía no estoy para ver nada. Respiro hondo, Cierro los ojos. Estoy un poco mareada. Cansada. Pronto un compañero me insiste en el brazo. ¡Mira! Ya veo. Estamos frente al museo: el Museo de la Historia de Madrid
El día acompaña. Antes de entrar subimos calle arriba al encuentro de un café en el que reponer energía. Un muchacho reparte propaganda de una churrería. Allá vamos. Entramos. Tomo asiento. Somos muchos. Llenamos el local. Café, chocolate, churros. ¡Qué alegría! Como siempre, Juanita con sus chistes picantes nos hace reír.
Caminamos de nuevo hasta el museo. Salas, cuadros, explicaciones de los profes. Todo muy bonito. En el fondo de una vitrina una fotografía me recuerda mis años mozos por la capital. Les cuento a mis compañeros mi primera visita a Madrid, a los alrededores de la Puerta de Alcalá en cuyos solares estaba instalado un circo ambulante. Tendría 17 añitos. Que tiempos. Quien me iba a decir a mi que terminaría viviendo en Madrid.
Son las doce. Termina la visita. Caminamos en grupo hasta la Puerta del Sol. Fuencarral, Gran Vía, calle Montera con sus chicas, "¡ya no hay ninguna de aquí!" , y Sol.
Nos despedimos. Hemos pasado una mañana estupenda. Sentada en el autobús hago memoria de los cuadros, fotografías, vajillas…. Cosa de ricos.
Pili. Alumna imaginaria.

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