jueves, 14 de mayo de 2009

AVARICIA, LUJURIA Y MUERTE, DE RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN, por Carlos Manuel Ruiz Jiménez



Imagen de Wikipedia.

Valle-Inclán escribió La rosa de papel y La cabeza del Bautista en el año 1924. En un primer momento aparecieron con el subtítulo de novelas macabras, aunque posteriormente fueron renombradas como melodramas para marionetas. En el año 1927 aparecieron publicadas juntas en una obra titulada El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte que incluía también una tragedia, El embrujado, y dos autos para siluetas, Sacrilegio y Ligazón.

El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte es calificado por algunos estudiosos como teatro esperpéntico. Valle-Inclán fue el creador del esperpento. Él mismo acuñó el término y levantó acta del nacimiento del nuevo género por boca de Max Estrella, el protagonista de Luces de Bohemia en el año 1920:
MAX.- Don Latino de Hispalis… grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela.
DON LATINO.- Una tragedia, Max.
MAX.- La tragedia nuestra no es tragedia.
DON LATINO.- Pues algo será.
MAX.- El Esperpento.

Hasta entonces esperpento se definía en el diccionario como hecho grotesco, desatinado o persona o cosa notable por su fealdad, desaliño o mala traza. A partir de entonces se ha añadido la siguiente acepción: DRAE: “género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado.” El autor usó el esperpento como herramienta de crítica, como retrato deformado de la sociedad y los personajes de su tiempo. Algunos estudiosos de Valle-Inclán incluyen El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte en un género diferente, un paso más allá del esperpento. Lo denominan también teatro mítico o siniestro. La temática de estas piezas es desgarradora. La carga de crueldad, de egoísmo, de avaricia de los personajes es muy grande. Las imágenes creadas en las obras son de extrema crueldad. El teatro mítico abarca producciones que no tienen una continuidad cronológica. Según Ricardo Doménech, estudioso de Valle-Inclán y autor de numerosos libros sobre su obra, incluye en esta categoría piezas como Las comedias bárbaras, Divinas palabras, El embrujado, La rosa de papel, Ligazón y La cabeza del Bautista. Aunque el ensayista reconoce diferencias, no sólo cronológicas sino también de estilo entre ellas, enumera una serie de rasgos en común: casi todas se desarrollan en Galicia, una Galicia idealizada, transformada en espacio mítico. El cruce de caminos, la cueva, el pazo, la feria agraria son el ámbito espacial, pero también lugares protagonistas del folclore gallego. Algunas de ellas comparten personajes; el Ciego de Gondar, el Embrujado, Cara de plata. Encarnan el egoísmo, la crueldad, la morbosidad y en algunos casos tienen tintes satánicos. La muerte, casi siempre sucia y grotesca, es una constante. El irrespetuoso tratamiento de los cadáveres imprime a las obras un halo de horror. En La rosa de papel, por ejemplo, se comete un acto de necrofilia del marido hacia su mujer muerta, a la que había tratado con enorme crueldad en su agonía. En La cabeza del Bautista la avaricia y la lujuria mueven a Don Igi y la Pepona. Toda la obra es la preparación del asesinato de Alberto Saco. La muerte parece ser un elemento que excita a la mujer con una morbosa pasión. Ligazón fue denominado auto para siluetas. La acción se desarrolla de noche y son constantes las alusiones a los reflejos de luna, la penumbra y las sombras. La brujería y la superstición empapan la obra y a sus protagonistas. Las tres obras constan de un solo acto. Están llenas de galleguismos, especialmente en el lenguaje utilizado por los personajes más populares. Son galleguismos tanto gramaticales como de léxico: formas del imperativo como: mirai, recordai, palabras como alboroque, trebejo, calamocanas, leria. El uso de estos términos enriquece el vocabulario de Valle-Inclán e imprime realismo a los personajes que los utilizan.

Aportaciones de los directores
Ana Zamora (Ligazón)
… Tres mujeres que rigen el destino de los hombres, que cortan el hilo de la vida, que mandan sobre la vida y la muerte. Pero también puede reconocerse la incipiente liberación femenina, que era una reivindicación real en el momento en que fue escrita y estrenada esta obra (años 20). La frase que Valle-Inclán pone en boca de La Mozuela es revolucionaria y testimonio de una reivindicación: ¡Mi cuerpo es mío! La Mozuela no se somete a los deseos de su madre que quiere vender su virginidad. La pieza es una obra de mujeres; hay personajes masculinos, sin duda, pero pienso que es una obra femenina en su concepto y en su reivindicación […]. Valle-Inclán subtitula la obra como auto para siluetas. ¿Qué es un auto? Tradicionalmente una obra religiosa. Y es que yo creo que la obra tiene que ver con el triunfo de lo humano sobre lo divino, precisamente al contrario que un auto tradicional…

Alfredo Sanzol (La cabeza del Bautista)
… Valle-Inclán fue un viajero en su juventud; estuvo en Méjico y otras partes del continente americano y algo del espíritu aventurero quedó en su literatura, tanto en sus obras de teatro como en sus novelas. La Cabeza del Bautista es la historia de un indiano que se ve chantajeado por un personaje del pasado y decide resolver este chantaje de la peor manera posible. Es una obra con pasiones muy extremas. Los personajes están dominados por las emociones más bajas. Sentimientos
inferiores dominan todo. Con estos mismos elementos a mí me gusta trabajar cuando escribo. Yo creo que entiendo bien el estilo que propone Valle; la contradicción que supone que lo más siniestro pueda resultar humorístico. Las cosas más terribles en su propia desmesura resultan graciosas. Es algo que es casi un tabú. Valle- Inclán es muy vibrante, muy ágil. Aunque de lo que esté hablando sean cosas muy pesadas y muy duras, consigue hacerlas ligeras, y eso es lo que hace que sea tan mágico…

Salva Bolta (La rosa de papel)
… la obra es un melodrama para marionetas. Entiendo esto como un mensaje de que hay que tratar el texto con distancia; un actor marioneta es el que no tiene ninguna emoción. Las marionetas tienen la particularidad de representar la generalidad del carácter humano, la universalidad de los caracteres humanos. Los personajes no encarnan individuos concretos con sus nombres y apellidos, sino que están hablando de prototipos del género humano. La idea de despersonalizarlos, situarlos en un espacio de representación y no adjudicarles ninguna época concreta, obedece a recrear la vileza de la condición humana, no la historia de una familia gallega […]. Intentamos que el resultado final sea una composición, un fresco, un retablo […]. Creo que Valle Inclán escribió esta obra con el propósito de darle con la puerta en las narices al público que estaba entonces viendo el teatro que se estaba haciendo en Madrid. Valle-Inclán además de ser un grandísimo literato, era un agitador social. En esta pieza veo que hay mucho de agitación social. Seguro que cuando la escribió lo hizo para reventarles las ideas y el pensamiento a la gente que acababa de compartir con él el patio de butacas viendo una comedia de Benavente […]. Esta función lo que pretendía era dinamitar el cerebro del público burgués de su tiempo. Hay que hacer honor a la intención que el autor tuvo al escribirla. Yo por mi parte voy a intentar apretar al máximo para que lo que cuente esta función sea un espejo de la miseria humana…

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