lunes, 25 de enero de 2010

El mito de Sísifo, por José Hermógenes


Imagen de Wikipedia.

Es curioso: Carlos, mi profesor de informática, nos ha dicho que hoy vamos a hacer un documento de Word comentando cualquier cosa que nos apetezca escribir para colgarlo en el blog del centro; y después de una hora pensando qué escribir sin ocurrírseme nada, estaba llegando a la conclusión de que era un trabajo inútil seguir pensando; pero de repente se volvieron a repetir esas palabras en mi cabeza (un trabajo inútil).

Un trabajo inútil, igual que el de Sísifo, condenado por los dioses a estar en el infierno subiendo una inmensa piedra por la ladera de una montaña hasta la cima, y al llegar a ella volvía a caer por su propio peso y así eternamente. Así ocurre en el libro de Albert Camus El mito de Sísifo; una suerte de crítica hacia lo irrelevante de nuestras vidas frente a la inmensidad del universo.

Tal vez esto sea así, tal vez un ser tan soberbio como nosotros no tengamos a la postre trascendencia ninguna y estemos abocados al olvido en un mundo tan grande para nosotros, pero comparativamente insignificante (pequeño planeta perdido en el universo, ¿a quién le importa?).

Mirándolo desde un punto de vista positivo, si todo es irrelevante, si no trasciende, tampoco seremos castigados por nuestras malas acciones y nos libraremos del temido Infierno; además si hemos pasado la vida haciendo el bien con la esperanza de ganarnos un sitio en nuestro deseado cielo, y después no es así, ni tan siquiera podremos sentirnos decepcionados, lo cual tampoco está mal.

Albert Camus se plantea en este libro lo estúpido de nuestra existencia si todo importa nada, planteándonos la alternativa del suicidio (¿para qué pasar una vida tantas veces llena de sufrimientos y decepción hacia los propios seres humanos, si al final nos espera la nada?).

Pero…, ¿y si nos equivocamos?, ¿y si todo esto (dejando al margen las religiones) forma parte de un largo aprendizaje a distintos niveles en el que tengamos que experimentar en carne y alma propias, y en el que el mundo físico solo fuera un básico primer curso de tantos otros hasta llegar a un inimaginable qué, y a pesar de los pesares sepamos que ha merecido la pena? Yo mismo me sorprendo teniendo un punto de vista tan positivo, yo que alguna vez he estado tentado de abandonar a mitad de curso.

¿Filosofía barata?, ¡tal vez! Cualquier persona práctica con los pies en el suelo diría (con gran parte de acierto) que lo razonable es creer en lo que podemos ver o tocar u oír o incluso oler o saborear, pero esto nos podría llevar a afirmar (si no fuera por su demostrada y cotidiana presencia), que las ondas de radio o de televisión o tantas otras cosas no existen, puesto que no somos capaces de experimentarlas de una forma física.

Tal vez cualquier sicólogo opinará (con estudiado criterio) que todo esto responde a la necesidad de sobrevivir al propio yo, algo así como un instinto de supervivencia sicológico al estilo de los famosos faraones; ¿es sencillamente esto? 

Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas, con esto solo se consigue un pequeño dolor de cabeza (sobre todo yo, que no estoy acostumbrado a pensar). Aunque pudiera ser que algún día se nos respondan todas las preguntas, porque tan cierto es como que yo estoy escribiendo esto y que tú lo estás leyendo ahora mismo, que ninguno de los dos faltaremos a nuestra cita con la antigua Señora..., la muerte.

No hay comentarios: