lunes, 18 de enero de 2010

La piedra mágica que señala el camino a casa, por Francisco Pereira Díaz


Imagen de Wikimedia.

En las noches en que la Luna y las estrellas están ocultas y el cielo y el mar se confunden, resulta imposible orientarse. Pero desde hace siglos los marinos no tenían nada que temer. Con ayuda de un trozo de mineral de hierro imantado naturalmente (o magnetita) podían navegar sin estrellas. Un tratado escrito alrededor de 1190 aconseja a los navegantes llevar una aguja imantada con esta piedra y sumergirla dentro de una paja en un cuenco de agua. La paja señalaba automáticamente el Norte. Sin embargo, para que esta brújula fuese más precisa había que tener en cuenta la deriva; pasaría tiempo hasta que los marinos dispusieran de tablas escritas, y así, la experiencia, la intuición y la observación del cielo para adivinar la latitud fueron la base de la navegación hasta finales del siglo XV.

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