martes, 6 de mayo de 2008

La rosa, reina de las flores, por Pilar Muñoz


Los poetas la nombran en sus versos; los artistas la pintan; los jardineros la cuidan con amorosa solicitud; los políticos la han usado como emblema, y la tradición popular la eligió para significar todo lo bueno al decir: “Ver la vida color de rosa”. Nadie podría dar con exactitud la razón de esta preferencia, pero, sin duda, la delicadeza de sus pétalos, su fragancia suave pero persistente y su belleza que emociona, y a la que nadie puede permanecer indiferente, la han consagrado como la reina de las flores.

Esta planta crece en todos los continentes, excepto en la Antártida. Los griegos, los romanos, los egipcios, los persas y los mahometanos hacen referencia a la rosa en sus relatos con bastante frecuencia, lo que prueba que era conocida y apreciada, En el siglo VI antes de J.C., el emperador de China tenía en su biblioteca 600 libros que versaban sobre rosas y su cultivo.

El arte del cultivo de la rosa doméstica debe mucho a la emperatriz Josefina, primera esposa de Napoleón Bonaparte, que coleccionaba todas las rosas conocidas, que entonces era unas 250, y su amor por estas plantas era tan grande que aun durante las guerras napoleónicas y quebrando el bloque británico, llegaban a Francia rosales que enviaba el príncipe regente inglés.

La rosa fue elegida por los poetas para simbolizar lo bueno y lo bello. “Estar bajo la rosa” significa que la armonía, la cordialidad, la comprensión profunda e inteligente y la delicadeza presiden las relaciones humanas.

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