martes, 3 de noviembre de 2009

El 5 de noviembre asistiremos a la representación de «Don Carlos», de Schiller; por Carlos Manuel Ruiz Jiménez


Friedrich Schiller. Imagen de Wikipedia.


Friedrich Schiller, el autor
Schiller nació en Marbach, pueblo del ducado de Württemberg el 10 de noviembre de 1759. Su padre fue suboficial cirujano del ejército. El niño vivió una feliz infancia en su ambiente familiar, y su madre, mujer cariñosa pendiente de sus hijos, le inculcó su afición a la poesía.

El futuro de Friedrich lo decidió el Duque de Württemberg. Había creado una Academia Militar cerca de Stuttgart con la pretensión de formar oficiales del ejército y funcionarios para la administración. A pesar de que Friedrich mostró inclinación por el estudio de la Teología y la carrera religiosa, el Duque instó a su padre a que estudiara en la nueva academia. Allí empezó los estudios de Derecho y posteriormente los de Medicina, que concluyó con éxito. Sin embargo, en estos años Schiller apenas podía contener su verdadera vocación por la Literatura. Él mismo llegó a decir recordando esta época: durante 8 años mi entusiasmo luchó contra la disciplina militar, pero la pasión por la poesía es vehemente y ardorosa como el primer amor. Lo que la disciplina se proponía extinguir lo avivó como una llama. Efectivamente, en esos años leyó a Plutarco, Shakespeare, Voltaire, Rousseau e incluso a Goethe del que luego sería gran amigo. En 1781 escribió Los Bandidos y al año siguiente se estrenó en Teatro Nacional de Mannheim. Para asistir al estreno tuvo que escapar del cuartel y fue castigado con una semana de arresto. La obra, un drama en prosa, tuvo un gran éxito y se tradujo a varios idiomas. Especialmente en la Francia prerrevolucionaria fue muy bien acogida. Sin embargo, su situación como militar se volvió insostenible cuando, como represalia por Los Bandidos, un canto a la libertad y contra el autoritarismo, le cambiaron de destino y le prohibieron escribir. En septiembre de 1782 abandonó drásticamente la vida militar y huyó a Stuttgart ayudado por su amigo Streicher. Allí escribió dos dramas La conspiración de Fiesco e Intriga cortesana y amor. Gracias al éxito de estos estrenos se pudo trasladar a Mannheim donde estuvo contratado como poeta del Teatro Nacional. Hasta 1785 trabajó en este teatro; fueron años de independencia económica y reconocimiento profesional.


Tempestad y empuje
En 1785 no le fue renovado el contrato en el teatro y atravesó una época de serios problemas económicos. Viajó a Leipzig, donde recibió ayuda de sus amigos y escribió Oda a la alegría, el himno en el que Beethoven se inspiró para crear la última parte de su Novena Sinfonía. Terminó Don Carlos y fraguó sus obras poéticas e históricas. En estos años empezó a escribir de noche. Le gustaba estar sólo y evitaba interrupciones, aunque sus biógrafos apuntan que esta costumbre, que ya no pudo dejar, pudo ser la causa de su enfermedad. Las obras de estos años pueden incluirse en el denominado Sturm und Drang, tempestad y empuje. Este movimiento prerromántico alemán nació a partir de la publicación del drama del mismo nombre de Kliger, discípulo de Rousseau, en 1776. Los principales representantes fueron Herder, Boie, Bürger, las primeras épocas de Schiller y del mismo Goethe con su obra Werther. Pugnan contra las reglas y las formas clásicas. Nacionalismo a través de la historia, en especial de la Edad Media. En 1789 fue nombrado catedrático de Historia de la Universidad de Jena. Su discurso de investidura ¿Qué significa y a qué fin se estudia Historia Universal? tuvo una gran repercusión. Su gusto por la Historia se aunó con su labor docente dando como resultado trabajos de gran valor como Historia de la Guerra de los 30 años, de 1791, por el que puede considerársele uno de los mejores historiadores alemanes.

Contexto histórico de Don Carlos
Don Carlos de Austria nació en 1545 en Valladolid, hijo del entonces príncipe Felipe, de 18 años, y su prima hermana María Manuela de Portugal. Su madre murió a los cuatro días del parto y el niño se crió con sus tías y cuidadores, de los que por circunstancias también tuvo que separarse pronto. En su infancia apenas tuvo relación con su padre y su abuelo, ambos muy ocupados en el gobierno de su amplio imperio. Algunos biógrafos apuntan que éstas podrían ser las causas de su carácter hostil, soberbio e irritable.

Era de mediana estatura, cabellos oscuros, mentón ligeramente saliente, una pierna más larga que la otra. Tuvo una salud débil que se hizo más frágil después de un golpe en la cabeza que se dio de joven y por el que casi pierde la vida. Parece que padeció paludismo e incluso algunos biógrafos apuntan a que fuera epiléptico o esquizofrénico. En cuanto a su carácter, todos los estudios coinciden en afirmar que era orgulloso, con predilección hacia el lujo y la ostentación en el vestuario. Sin embargo se mostraba también generoso en sus regalos y limosnas. Tenía costumbre de decir siempre lo que pensaba sin medir las consecuencias de a quién se dirigía. Era buen comensal, como su abuelo; sin embargo, no bebía vino, sólo agua. Como el Emperador, se aficionó a los relojes, de los que tenía muchos y muy caprichosos. Estudió en la Universidad de Alcalá de Henares junto a su tío Juan de Austria. Manifestó siempre sus deseos de seguir los pasos su padre, que desde muy joven tuvo una participación activa en el gobierno del reino. Quizá para calmar su ímpetu, Felipe II lo nombró, con tan sólo 19 años, miembro del Consejo de Estado, órgano consultivo para el gobierno del Imperio. Su participación en esta institución fue comedida a pesar de su evidente inexperiencia y de la soledad en la que le dejó su padre.

El imperio que poseía Felipe II era enorme y se hizo mayor aún en el transcurso de su reinado. Heredó de su padre, Carlos V, los Países Bajos, el ducado de Milán, el virreinato de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y las islas Filipinas, además de todas las posesiones en el continente americano. En 1581, después de la muerte del último monarca de la dinastía Avis, el rey español heredó la corona y los territorios de Portugal aunando así bajo su poder una enorme cantidad de territorios en los cuatro continentes, el imperio sobre el que nunca se ponía el Sol. Sin embargo, Felipe II heredó también conflictos en casi todos estos territorios, especialmente en los europeos, y lejos de apaciguarlos se vieron aumentados. Uno de los problemas más graves fue la rebelión en Flandes a partir del año 1566. El príncipe Carlos deseaba ardientemente liderar el ejército contra el levantamiento y así se lo pidió a su padre. Felipe II sin embargo envió al Duque de Alba. El príncipe no soportó no tener una participación activa y se enfrentó al Duque amenazándole con un cuchillo: Vos no iréis a Flandes porque os mataré. El Duque de Alba luchó en Flandes y defendió los territorios con gran dureza. Después de muchos años de lucha, finalmente, se perdieron. Para complicar más las relaciones padre e hijo la historia cuenta que Carlos estaba enamorado de la esposa de su padre, Isabel de Valois. Isabel era hija del rey de Francia y antes de su matrimonio con Felipe II estuvo comprometida con el príncipe Carlos. Al enviudar el rey de su segunda esposa, María Tudor, las mismas razones de estado que animaron el compromiso con Don Carlos aconsejaron el matrimonio con Felipe II. De manera que Carlos tuvo en Isabel primero una novia y luego una madrastra. A partir de 1568 comienza la parte más oscura de la biografía del príncipe Carlos. En enero de este año el heredero fue recluido en sus habitaciones en régimen de severo aislamiento. El heredero al más grande imperio sobre la tierra estaba recluido por orden de su propio padre, el rey de España. Carlos murió en julio de 1568, meses después de su encarcelación, presa de la más absoluta desesperación.



Los personajes de Don Carlos
En la obra pueden verse personajes que representan los ideales de Libertad y Humanismo; el Marqués de Poza, la Reina y el mismo príncipe Carlos frente a otros que representan el poder y la opresión: el Rey, el inquisidor, el Duque de Alba. En la escena del diálogo de Felipe II con el Gran Inquisidor se dice:
El rey: Él es mi único hijo. ¿Para quién será todo lo que he cosechado?
El inquisidor: Antes para la podredumbre que para la libertad.

Don Carlos se publicó y estrenó en el año 1801, aunque Schiller llevaba varios años trabajando sobre él. No pretendió ser rigurosamente histórico y lo subtituló poema dramático. Está compuesto por más de 5000 endecasílabos blancos en los que se desarrolla la triste vida del príncipe español.

1 comentario:

Antonio Benicio Huerga Fierro dijo...

La obra ha sido bastante interesante,con escenas de fuerte impacto,diàologos en verso,humor,tramas musicales(muy simpaticas),y una complicidad amena actores-pùblico.La puesta en escena ha sido brillente las interpretaciones estaban cargadas de fuerza y emotividad dando asì credibilidad a los personajes.SINOPSIS: Don Carlos es un joven que ama a la mujer de su padre,Isabel.Su padre es el Rey y es bastante inquisitivo.Todos tienen sueños y esperanza por tener una vida diferente a la que viiven.