miércoles, 12 de marzo de 2008

El inmigrante, por Blanca Vidal

Soy inmigrante como muchos otros y otras compatriotas que hemos venido a este país con la ilusión de mejorar nuestra situación económica pero sin saber como nos va a ir.
Llegué hace 8 años; al principio la experiencia fue muy dura, me encontré sola en un país extraño con diferentes costumbres, en el que tuve que abrirme camino con el idioma como único instrumento a favor para afrontar las adversidades de la vida diaria.
Abandonar mi país para conseguir un futuro mejor suponía alejarme de mi familia, especialmente de mis hijos, impidiendo vivir con ellos, verlos crecer y dejarlos solos.
Me acompañaba constantemente la esperanza de regresar algún día para volver a estar juntos. Es muy triste vivir estos acontecimientos y comprobar como, en muchos casos, la distancia provoca la separación de las familias.
Confieso que, gracias a Dios, he tenido suerte, he encontrado un trabajo en el que me han sabido valorar, me han llegado a querer como parte de su familia, me han ayudado a salir adelante. He podido conseguir mi documentación y la nacionalidad para trabajar tranquila, lo que me ha permitido traer a mi familia.
He conocido a personas que no han tenido la misma suerte, han sufrido mucho y han tenido dificultades para conseguir los papeles, se los han denegado o no se los han querido hacer, lo que les ha dificultado poder trabajar. En estas circunstancias se cometen abusos, no se pagan sueldos justos, se permite el maltrato tanto psicológico como físico. El miedo a la expulsión, las deudas y la necesidad de mantener a la familia impiden hacer públicas estas situaciones.
Generalmente actitudes racistas de personas que nos ven como bichos raros, y hasta nos califican de “escorias” provocan estas situaciones.
Por eso quería que los españoles tomen conciencia y retrocedan un poco en el tiempo, recordando que ellos también fueron emigrantes. Por eso, nos deberían comprender mejor y apoyar el proceso de integración y adaptación a la sociedad española.
Pero sí puedo decir, con mucho orgullo, que la mayoría de extranjeros somos personas muy trabajadoras, que aportamos mucho a este país: ”la inmigración enriquece el país y la vida cultural”. Creo que debe existir igualdad de derechos y obligaciones y no mezclar inmigración con delincuencia.
Nosotros cubrimos muchos puestos de trabajo para los que no hay mano de obra, y no como dicen los españoles que hemos venido a quitarles el trabajo.
Quiero resaltar que muchos inmigrantes somos gente preparada, pero al no ser fácil homologar los títulos tenemos que trabajar en lo que haya. Por eso, como persona culta, estoy de acuerdo con la expulsión de las personas que delinquen.
Por último, quiero hacer referencia a la encuesta realizada por la Consejería de Inmigración de la Comunidad de Madrid el día 16 de enero del 2008, en la que se exponía que las nacionalidades de los inmigrantes mejor aceptadas por los españoles eran argentinos y chinos. Considero que estas opiniones pueden resultar peligrosas porque pueden producir enfrentamiento entre españoles y extranjeros y entre los propios extranjeros.
En mi opinión, se debe fomentar la educación en la integración, el acercamiento y la convivencia entre los españoles y las diferentes nacionalidades, sin discriminación alguna, evitando la xenofobia.
Gracias por haberme dado la oportunidad de poder expresarme y acercarme un poco más a vosotros por medio de esta breve historia.

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