martes, 24 de febrero de 2009

Mi Camino de Santiago, por Juan González Muñoz

(Imagen de Wikipedia)

Por entonces tendría yo unos 25 años cuando decidí que, al menos unos días, echaría a andar por senderos nuevos y desconocidos, los del Camino de Santiago. Y me aventuré yo solo, ligero de equipaje, con una mochila. Tomé el autobús hasta Ponferrada y allí comencé la andadura. Me sorprendió gratamente observar que la ruta está señalada con flechas pintadas en las piedras o en una concha indicando la dirección a seguir.
Pronto me di cuenta de que no iba solo. Coincidí con muchos otros peregrinos y hablábamos acerca de dónde veníamos, los días que llevábamos de caminata… Algunos salían muy temprano, todavía de noche y con linterna; luego comprobé que era para llegar pronto a los albergues y asegurarse sitio. Yo, más de una vez, por encontrar el albergue al completo, tuve que buscar alojamiento en una pensión. En los albergues se pasa bien, se organizan fiestas, se bebe y se canta hasta bastante tarde.
Tres días antes del final de la experiencia, llegaron las lluvias, pero no desistí. Con un chubasquero y gran esfuerzo, continué. Llegar al Monte del Gozo es motivo de gran satisfacción porque desde él se divisa Compostela.
Y, por fin, Santiago, el final del Camino. Parroquia a parroquia, me fueron poniendo su sello en un cuaderno que llevaba, y ya en la ciudad del Apóstol, me expidieron la Compostelana, que viene a ser como un diploma, el reconocimiento a tanto esfuerzo.
Sueño con repetir la experiencia.

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