lunes, 2 de febrero de 2009

En torno a la nieve y a la felicidad, por Paquita Sánchez López


¿Cómo puede hacernos tan felices algo tan normal como que nieve? Supongo que será la falta de costumbre, pero estoy segura que hoy más de una persona se ha despertado con una gran sonrisa al mirar por la ventana y ver todo nevado.
Muchos de los que hoy iban a trabajar miraban por la ventanilla del coche o del autobús y no podían evitar que se les escapara una sonrisa de inocencia.
Por no hablar de las fotos... Hoy todo el mundo se ha hecho miles de fotos: al patio de su casa, a la acera de enfrente, a la estatua del parque, a él o ella haciendo un muñequito de nieve o la figura de un ángel. Da igual lo que fuera, me quedo con que, todas esas fotos nos han hecho sonreír, se quedarán para siempre en nuestra memoria y harán que guardemos un gran recuerdo de este día.
Ojalá nevara todos los días. Sé que a los conductores no les haría mucha gracia, pero exceptuando eso, creo que ha sido un gran día para todos. Me gustaría que pudiéramos mirar por la ventana en cualquier momento y no poder evitar sonreír, simplemente porque está nevando. Y es que las cosas más pequeñas, las más sencillas, son las que más felices nos hacen.
No necesitamos miles de regalos, ni lujos, ni planear las cosas con meses de antelación... Es mejor ser felices, disfrutar de cada momento que pasamos junto a los que más nos quieren, aunque sea comiendo pipas en un banco del parque. Porque son esos momentos los que realmente nos hacen felices. Y porque la felicidad no es una meta que debamos alcanzar; sino una compañera de viaje que debe acompañarnos en cada situación especial de nuestra vida.

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