martes, 19 de febrero de 2008

El burro de mi abuelo, por Daniel Ramos 6º C

Había una vez un chico llamado Larry que decía haber visto un burro del establo de su abuelo volando.
Al principio se lo dijo a su abuelo, pero lo único que consiguió fue que casi le diera un paro cardíaco de la risa que le entró.
Larry pensó durante unos días que se estaba volviendo loco. Se intentaba convencer de que aquello que había visto no era verdad. El chico estuvo meditando cuál podía ser la solución. Así que, una noche, decidió volver al establo para cerciorarse de que no había visto ningún burro volando.
Cuando estuvo a los pies de la puerta, Larry sintió que se le encogía el estómago. Poco a poco, le iba subiendo la adrenalina. Dudó unos segundos, se armó de valor y por fin la abrió.
Para su sorpresa descubrió que el burro de su abuelo no era un burro, sino que era un Pegaso.
Larry no se lo podía creer. Durante un momento se quedó paralizado, hasta que la voz del Pegaso interrumpió su silencio:
Tranquilo, chico, no muerdo ni doy coces, a no ser que alguien se lo merezca. ¡Ven! ¡Acércate! —dijo el Pegaso.
Larry se acercó y el Pegaso le preguntó si le apetecía volar.
Sería fascinante —dijo Larry.
Así que los dos se elevaron hacia el cielo y sobrevolaron todo el pueblo.
Al regreso, el Pegaso le pidió a Larry que guardara el secreto, y éste contestó: “Tranquilo Pegaso, esto queda sólo entre tú y yo”. Desde entonces, Larry lo visitó todas las noches de su vida y todas salieron a volar.

No hay comentarios: