martes, 15 de marzo de 2011

El granjero con suerte, por Leidy Jhoana Correa Henao


Imagen de Wikimedia.

Una tarde gris, un campesino muy humilde se encontraba en su pequeña granja realizando sus labores del campo y se sentía muy satisfecho porque su única vaca le había proporcionado suficiente leche para venderla en el mercado. Este era el único ingreso que había en la casa. Cuando regresó a su casa por la noche, sorprendió a su mujer y a sus hijos con el abundante dinero que ganó en el mercado con la venta de la leche y con un pavo que había comprado para cenar. Con el dinero restante saldaron todas las deudas que tenían pendientes.

Se marcharon todos a dormir muy felices, sin saber que al día siguiente no tendrían tanta suerte. La vaca enfermó de tal manera que no se tenía en pie y no daba leche. Tras varios días sin ingresos económicos en la casa, el campesino desesperado no sabía cómo afrontar la situación mientras observaba a su mujer y a sus hijos hambrientos.

Un día llamó a su puerta un viajero pidiendo posada ya que se estaba haciendo de noche y el pueblo se encontraba lejos de aquel lugar. El granjero y su familia compartieron con él lo poco que les quedaba de comida y le ofrecieron una cama donde dormir.

A la mañana siguiente, el viajero les ofreció su ayuda a cambio de que el granjero le acompañase a un gran precipicio que se encontraba cerca de la granja. El campesino se imaginó que iba a tirarse por él y terminar con su vida, pero lo que él pretendía era tirar a la vaca, y así lo hizo. El granjero, muy enfadado, pensó que el viajero quería dejarle en la ruina y lo echó de la granja. Antes de irse, el viajero le regaló una bolsa con algo de dinero y le deseó suerte. Su intención era agradecerle lo que la noche anterior habían hecho por él. Había comprendido que la vaca enferma podría contagiar a su familia y arruinar por completo la granja de sus anfitriones.

Unos años más tarde, el viajero volvió a pasar por la granja y se dio cuenta de que era más grande y había muchos animales encerrados en corrales y establos que antes no existían. Cuando el campesino vio al viajero sintió mucha alegría y fue hacia él para darle un gran abrazo. Le agradeció lo que había hecho con su vaca, le contó cómo había invertido el dinero que había en la bolsa y cómo había trabajado muy duro junto a su familia durante estos años. Le confesó que sin su ayuda nunca se hubiera desprendido de la vaca enferma y nunca hubiera logrado la estabilidad económica que ahora tenía para su familia.

No hay comentarios: