martes, 1 de marzo de 2011

La niña, por Daniel de la Flor Pérez


Imagen de Wikipedia.

Érase una vez una niña que estaba todo el día saltando y cantando, a cualquier sitio que fuese. Decían los del pueblo que era la niña más feliz de aquel lugar.

Y tres científicos quisieron saber de dónde salía tanta alegría. Raptaron a la niña cuando estaba durmiendo en su habitación, le taparon la boca y le ataron las manos y, en lo que dura un pestañeo, se fueron. Al día siguiente sus padres no la encontraban y llamaron al sheriff muy nerviosos. El sheriff les prometió que haría todo lo posible para encontrar a su hija.

Mientras tanto, en el laboratorio de los científicos, estaban haciendo todo tipo de pruebas con la niña, pero no encontraron nada raro, uno de los científicos miro el árbol genealógico de la niña, y encontró que su bisabuela era igual de risueña que ella. Buscó un poco de la vida de la bisabuela, encontró que se llamaba Verónica, a la edad de trece años empezó a hacer daño a la gente del pueblo, hasta que llegó a un punto en que empezó a matar a la personas o a enterrarlas vivas. Los del pueblo no sospecharon de ella hasta la edad de dieciséis años. Cuando se enteraron de que era ella la asesina estuvieron a punto de acabar con su vida ahogándola, quemándola en la hoguera o enterrándola viva como ella hizo, pero llegó un anciano sabio y propuso que la castigasen a limpiar el pueblo y labrar las tierras de las personas que agredió y mató, y que estuviese vigilada las veinticuatro horas por cuatro sheriffs.

Cuando el científico llegó al final de la escritura, leyó: "La misma alegría y tristeza vendrán al pueblo en la tercera generación".

Los científicos se dieron cuenta que la tercera generación era la niña, se pusieron nerviosos sin saber qué hacer hasta que uno dijo que por qué no se lo decían a todos los del pueblo. Se pusieron en marcha, se vistieron para que nadie los reconociera, vistieron a la niña con distinta ropa y le cambiaron el color del pelo.

Salieron a la calle creyendo que nadie los iba a reconocer, pero justamente cuando iban a meterse en el coche, el sheriff pasó con el suyo, y los reconoció, se bajó y los retuvo hasta que viniesen los refuerzos.

Aparecieron los padres de la niña, y llorando corrieron a abrazarla. Detuvieron a los científicos queriendo decir ellos lo que habían descubierto, pero no les dejaban. De repente uno de ellos chilló pidiendo que los padres respondiesen a dos preguntas. La primera pregunta era: “¿Cómo se llama su hija?”, les contestaron que se llamaba “Verónica”. Los científicos preocupados se miraron entre sí, y la segunda y última pregunta fue: “¿qué edad tiene la niña?” La madre les contestó que dentro de tres días cumpliría trece años, los científicos histéricos empezaron a gritar todo lo que sabían de la niña, pero nadie les hizo caso y se los llevaron detenidos a la cárcel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta muy bien hecho