miércoles, 23 de marzo de 2011

La bondad del rico, por Verónica Moreno Martínez

Imagen de Wikimedia.

Érase una vez que un padre y su zagal, que tenían mucho dinero, salieron a dar un paseo por los olivos. Mientras caminaban, disfrutando del paisaje, vieron una chaqueta en el suelo. Parecía ser la chaqueta de un hombre muy pobre que trabajaba en la finca de al lado.

—Vamos a gastarle una broma —dijo el hijo—. Le voy a esconder la chaqueta a ver qué cara pone.

—Eso de reírse de los demás no está bien —le respondió el padre—, aunque me has dado una idea. Vamos a darle una alegría a este hombre y verás cómo le cambia la cara. Métele en cada bolsillo de la chaqueta estas monedas y vamos a escondernos detrás de esos olivos a ver qué pasa.

El jornalero, cuando terminó su trabajo en la finca, recogió sus pertenencias y se puso la chaqueta. Cuando, para su asombro, sacó las monedas de los bolsillos.

—¿Quién habrá tenido la bondad de hacer este milagro?, exclamó el hombre gritando. Gracias a este dinero podremos comer mi familia y yo hasta que termine el trabajo y me paguen.

Mientras tanto, el padre y el hijo que le estaban escuchando, se miraban mutuamente con gesto sonriente.

—Padre, me has dado una lección que nunca olvidaré —exclamó el muchacho—. Ahora entiendo algo que antes no comprendía, que es mejor dar que recibir.

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